Este tema lo titulo “Hacerse famoso o morir en el intento”, como una especie de continuación de aquel artículo donde hablé del hartazgo hacia el contenido basura en redes sociales.
Últimamente, me ha tocado ver cada vez más noticias y videos de creadores que, desesperados por seguidores, clics y un ingreso “fácil”, generan contenido arriesgado únicamente para atraer visitas.

El caso más impactante fue el de un joven que transmitió en vivo su respiración bajo el agua, sumergiéndose en un tinaco. Cayó de cabeza, no pudo salir y perdió la vida frente a la cámara.
Y no ha sido un caso aislado. Durante una semana parecía que cada dos días surgía la noticia de algún YouTuber o influencer falleciendo por intentar una hazaña sin preparación ni profesionalismo.
Personalmente, nunca he sentido esa necesidad de aprobación externa. Quizá por mi educación o mi carácter. Desde pequeño, en lugar de buscar un “muy bien” de mis padres, me acostumbré a pedir: “dime qué hice mal para corregirlo”. Siempre he preferido la retroalimentación que me ayude a mejorar antes que un halago vacío.
Creo que hoy las redes sociales han instalado un algoritmo de dopamina: cada like, cada share, cada nuevo seguidor, genera un estímulo que se vuelve adictivo. Y cuando la vida real no ofrece un sentido de valor, las personas terminan buscando esa validación digital a toda costa.

Claro que existen quienes hacen grandes hazañas y toman riesgos, pero lo hacen por sí mismos, no por la fama. Esa es una gran diferencia. Yo mismo no soy alguien que busque aventuras extremas; disfruto más de leer un libro, unas páginas de cómic o simplemente pasar tiempo con mi familia. Y admiro a quienes viven experiencias intensas para enriquecerse, no para complacer al algoritmo.
Al final, estas reflexiones me llevan a una idea sencilla: el apego a los dispositivos móviles y a las redes sociales ha creado una dependencia peligrosa, donde los seguidores se convierten en una especie de moneda digital. Una divisa frágil, porque depende de la atención inmediata y se evapora con la misma rapidez con la que llegó.

En Ecolohosting y al día a día encuentro un paralelismo de lo que se construye en internet con prisas, solo para atraer clics momentáneos, termina siendo tan frágil como esos intentos desesperados por conseguir likes. En cambio, cuando se trabaja en bases sólidas, los resultados son sostenibles y perduran en el tiempo.
En pocas palabras, la verdadera validación no está en la fama instantánea, sino en crear algo de valor real.






0 comentarios